Mi gran amigo Dani Prieto lleva casi 10 años viviendo en
Bucarest, y lleva casi 10 años diciéndome que a ver si voy a verle. Yo llevo
casi 10 años diciéndole que “de este año no pasa, seguro”. Y han pasado casi 10
años para que le visite. Y ha tenido que ser gracias al triatlón, al final
hemos tenido que cuadrar un triatlón por su zona para que ya me termine de
animar, y el viaje ha merecido la pena. El triatlón en cuestión ha sido el
Triathlon Challenge de Mamaia, perteneciente al circuito ETU (Mamaia es una
zona de playa muy cerca de Constanza, tipo Puerto Banús).
Llevo varias semanas dándole el coñazo con el tema de la
bici, con el tema de la inscripción (he recibido varios mails en perfecto
rumano donde no sabía si me decían que la prueba cambiaba de fecha o si me iban
a regalar unos calcetines en la bolsa del corredor), con el tema del equipaje
(he volado con Ryanair, y a pesar de que pagué maleta extra no llegué a tener
claro hasta el final que eso implicaba poder llevar esa maleta además de la de
mano), con la logística en general… Dani es un gran tipo y todo eso lo ha
llevado sin el más mínimo problema, y lo tenía todo controlado. Por ponerle un
pero, a pesar de que sabía que iba a ir a verle desde hace varios meses, esperó
a última hora para reservar el hotel, y no nos quedó otra que compartir una romántica
habitación con cama de matrimonio, en la que no había ni persiana ni nada que
se le pareciera, y en la que a partir de las 5:30 se podía diseccionar una
hormiga sin necesidad de luz artificial.
Pillé un vuelo el viernes por la tarde, llegué a Bucarest
por la tarde-noche y de allí a Mamaia hay unas dos horas y media. Algo más
tardamos porque paramos en una gasolinera a comernos una ensalada de pasta que
Dani llevaba ya preparada. Dani ya llevaba la bici en el maletero, y equipaje
por si hacíamos noche en Mamaia (era una posibilidad, aunque la idea que tenía
más forma era la de volvernos a Bucarest después del triatlón).
La bici era una corrientucha, pero suficiente para hacer 40
km, Venía con pedales, y menos mal que en el stand de Shimano junto a la salida
del triatlón tenían herramientas para quitarlos y ponerles los que yo llevaba
(que son en los que encajan mis zapatillas, claro). Me veía como el más globero
del mundo pedaleando con las zapatillas de correr encima de unos pedales
estándar…
Dejamos la bici en su sitio, nos hacemos unas fotos, Dani se
encuentra con gente conocida… y mientras hacemos tiempo (mi salida era a las
12:00) nos vamos a la playa (Mamaia es como una lengua de tierra de unos pocos
cientos de metros de ancho; por un lado era el triatlón, en una franja de agua que
daba a tierra firma, y por el otro estaba el océano). Descansamos en unas
tumbonas (en ese momento me da infinita pereza cualquier cosa), nos damos un
bañito, y como 40 minutos antes de mi salida nado 5 minutillos para tratar de
espabilarme.
Con Dani, con la zona de transición detrás. |
Vamos a la zona donde empieza la prueba, y entro en el agua
(la salida era desde dentro), y ahí espero escuchando la megafonía, en perfecto
rumano, pero entendiendo yo que estaban animando a la peña y avisando de lo que
quedaba para salir. Entonces todo el mundo empieza a emitir monosílabos al
unísono y yo, que soy un tipo espabilado, deduzco que es la cuenta atrás. Suena
un bocinazo y la peña empieza a nadar. Yo me había situado a la derecha del
todo, para que nadie me molestara, y esperé unos segundos antes de empezar a
nadar, para evitar los continuos golpes habituales del principio de estas
pruebas. Además, curiosamente todo el mundo se había situado a la izquierda, y
yo, infeliz de mí, pensaba que era quien mejor se había situado para virar la
primera boya dejándola a babor (soy hombre de mar, las palabras “boya” e “izquierda”
no pueden ir en la misma frase).
Me acordé de Andreu, que me decía que “no puedes ir a un
triatlón sin reconocer el circuito”. Qué razón tiene. Yo no sabía nada de nada,
ni siquiera que en este caso las boyas había que dejarlas a estribor. Me di
cuenta de que no era el más listo sino al revés cuando, unos 50 metros antes de
llegar a la primera boya, reparé en que todos la dejaban al lado contrario al
que yo pretendía dejarla, por lo que tuve que hacer un giro de prácticamente 90
grados (y unos cuantos metros de más) para meterme en la trayectoria correcta.
![]() |
Mis dos vueltas no se parecieron mucho... |
Sin más complicaciones completo las dos vueltas al circuito
en 27 minutos, me salen 1.612 metros, a 1:42 cada 100 metros (sin neopreno,
para mí es buena marca).
Salgo corriendo a por la bici y escucho a Dani animar, también
a los amigos suyos que nos encontramos un rato antes. Pillo mi bici alquilada,
y empiezo a apretar. Me acuerdo de que Dani me dijo que la rueda delantera la
había puesto él y que no sabía si estaba muy apretada. También caigo en la
cuenta de que no he movido ni un ajuste (ni el sillín, ni nada de nada), pero
bueno, ya pedaleé un minutito al llevarla a la zona de transición y parecía
todo en orden.
Saliendo del agua. |
El circuito era totalmente llano, 7 vueltas de algo menos de
6 km cada uno, con dos giros de 180 grados de ésos que te hacen casi parar
(muchos sacaban incluso las zapatillas de los pedales por si tenían que poner
pie a tierra). La ida era en ligera pendiente hacia arriba (1-2%) y la vuelta
igual pero hacia abajo. Las 4 primeras vueltas las completo a más de 36 km/h,
entonces se levanta un poco de viento y bajo a 35,6 de media final, para un
tiempo de 1 hora y 9 minutos. Cada vuelta Dani me animaba y disparaba fotos con
mi móvil. Gran supporter, Dani. Acabo contento, veo que he pasado a mucha
gente, y que me ha pasado muy poca, y cuendo dejo la bici observo que hay muy
pocas bicis en la T2 (síntoma evidente de que la mayoría de la gente va por
detrás de mí). Además, no me siento excesivamente cansado.
Tras uno de los giros de 180 grados. |
Siempre hago alguna cagada en mis triatlones, y éste no iba
a ser menos. Pegué un gel y una gominola energética al cuadro de la bici con cinta
adhesiva de pintor, y cuando me quise comer la gominola, no salía fácil,
entonces pegué un tirón para arrancar la cinta adhesiva y casi me caigo de boca
del brusquísimo frenazo que pegó la bici. Resulta que ese cablecito gris
alrededor del cual pasé la cinta adhesiva, como por mano del demonio, activa el
freno de la bici, por lo que al yo pegar el tirón el efecto fue el mismo que si
hubiera apretado fuertemente la maneta del freno. La parte positiva es que he
aprendido una lección básica de mecánica.
Dejo la bici y enfilo la interminable zona de transición
(fácil, 500 metros) para empezar el circuito a pie, que consta de 4 vueltas de
2,5 km. Aproximadamente a la mitad, un tipo con una manguera y unas chicas
repartiendo vasitos de agua. Fundamentales, porque de repente empieza a hacer
muuuuucho calor (más de 31 grados) y no había nada de sombra en todo el
recorrido.
Mucho calor en la carrera a pie. |
Dani se había trasladado al circuito a pie para seguir
dándome ánimos, y la segunda vez que paso por delante suya me pregunta que qué
tal voy y le digo que regular, que el sol me está machacando. Quería hacer cada
km a un ritmo de en torno a 4:05 y no estaba siendo capaz, aunque no por mucho.
Veo que casi nadie me adelanta (creo que en la parte a pie sólo me adelantó un
atleta) y que yo sí paso a bastantes. De hecho, en la recta final adelanté a un
tal Ghica con el que me estuve pasando varias veces en la bici hasta que se me
fue por delante. Al final me salen
43:48, pero en 10,5 km (incluyo la transición), a una media de 4:11. Tiempo
total: 2:24:42. Cuando entraba en meta el speaker gritó mucho, y yo sólo
entendía la palabra “español” y mi nombre (tal y como puede pronunciar un
rumano “José María Azcárate”).
Al poco de entrar yo entra Ghica, me felicita en inglés y me
pregunta mi edad, cosa que me extraña bastante. Le digo que 41 y me pregunta
que cómo he quedado, y le digo que no tengo ni idea, tampoco termino de entender
la pregunta en ese momento. Entonces veo a Dani en la cinta que separa la zona
de meta (a la que sólo pueden acceder los corredores) del resto del mundo, y me
grita que he quedado segundo. Me lo tomo a cachondeo, pero ante su insistencia
me lo empiezo a creer. El speaker había dicho algo así como que “seguro que
para el atleta español José María Azcárate ha merecido la pena venir a Rumanía
porque ha quedado segundo de su categoría”. Resultó ser cierto, segundo en mi categoría
y 13 en la general (aunque en su web aparecemos cambiados el amigo Ghica y yo,
tanto en puestos como en tiempos, ahora entiendo por qué me hacía esas
preguntas; no sé si se lo tomó como un oprobio -oprobio: ignominia, afrenta, deshonra- y tuvo que ver algo en el baile de la
clasificación, pero oficialmente yo fui segundo, subí al segundo cajón del
podio y segundo pone en mi trofeo y en mi diploma).
Total, que aunque pensábamos volvernos a Bucarest, tuvimos
que hacer tiempo hasta las 20:30 para asistir a la ceremonia de entrega de
premios, que uno no sabe si va a verse alguna otra vez en esta situación.
Cuando llegué me di cuenta de que me había dejado la camiseta del FST en el
coche (la verdad es que llevaba varias copitas en lo alto, que uno había estado
celebrando) y me tuve que pegar una carrera suicida para pillarla y llegar de
nuevo a la zona del podio, a la que llegué justo cuando mencionaban mi nombre.
Pero no podía subir allí sin mi camiseta del Fitness Sports Triatlón, con sus
banderitas de España y de Huelva.
Qué bien me sienta el podio. |
Una experiencia inolvidable en todos los aspectos. Gracias,
Dani, eres de esos tipos que uno tiene la sensación (más que la sensación, la
certeza) de que va a ser un buen amigo para siempre.
A pesar de mi éxito, la frase de este post, en honor a Dani, y para compensarle por el coñazo que ha supuesto para él mi triatlón, va sobre la amistad: "El verdadero amigo es aquél que está a tu lado cuando preferiría estar en otra parte" (Len Wein, historietista norteamericano). Dani, se te quiere.
Txema una crónica fascinante y muy graciosa! me gustó muchísimo. Con lo que estas andando este será el primero de muchos podiums!
ResponderEliminarJajaja, muchas gracias, pero no lo veo fácil!!!
ResponderEliminar