miércoles, 24 de junio de 2015

Los Diezmil del Soplao

Ya sé que escribo tarde esta crónica, y es que realmente en esta prueba no me pasó nada destacable, ninguna aventura escatológica, ninguna globerada… pero aun así quiero dejar constancia de mi participación en Los Diez mil del Soplao, porque este blog pretende ser un diario de experiencias, y ésta no podía faltar. El día en el que Elena me regale mi blog convertido en libro, como he hecho yo con el suyo www.nenitos.es (aún no lo encargues, Elena, que faltan muchas cosas por incluir) echaría en falta este post, así que seré breve pero lo incluyo.

6 de junio de 2015, Cantabria. Los Diez mil del Soplao es una de las pruebas míticas del calendario cicloturista, quizás la más junto con la Quebrantahuesos. Yo me inscribí tiempo atrás con Dani, y la realidad es que cuando Andreu se enteró me dijo que no la hiciera, que me venía fatal en mi preparación para el Ironman; traté de regalar el dorsal, pero como nadie me lo aceptó, decidí ir y participar en la prueba corta (125 km). Nos fuimos Dani y yo en mi choche el viernes, el sábado a ls 8:00 fue la salida, y a las 16:30 estaba comiendo en casa (quería volver el propio sábado porque el domingo por la noche mi iba unos días a Lima).

La víspera, cerca de la salida.

Pues eso, que la prueba espectacular. La hice prácticamente entera con Fran (del Club Triatlón La Sagra de Illescas), que va bien en bici. Le aguanté hasta el desvío (él hizo la de 230 km, que era la que yo tenía previsto hacer desde el principio).

La parte inicial (al rato de salir de Cabezón de la Sal) discurría pegada a la costa, y eso te daba la oportunidad de disfrutar de preciosas vistas desde la bici, visitando sitios tan chulos como San Vicente de la Barquera.

Dio tiempo a posar para la foto.


Al final acabé en 4 horas y 20 minutos, a una media de 28,1 km/h (bastante decente teniendo en cuenta el recorrido) y con muchas, muchas ganas de volver. Hasta le propuse a Elena probar a hacerla en tándem (al poco me di cuenta de lo complicado de llevar a la práctica mi descabellada idea).
Sólo puedo decir que es de las experiencias más bonitas que he vivido en torno al tema del deporte. El paisaje espectacular, el ambiente buenísimo, hizo buen tiempo, yo estaba en forma… En mi ruta sólo se subían dos puertos, el segundo de ellos (El Soplao, que da nombre a la prueba) es sin duda el más bonito de los pocos que he subido hasta ahora (y mira que los demás, que son todos de la sierra de Madrid, son también dignos de ser visitados).

Hilera de corredores subiendo El Soplao.

No quería dejar de comentar, aunque sea de forma sucinta (sucinto: breve, compendioso), mi experiencia en el Soplao.

La brevedad es el alma del ingenio (William Shakespeare).

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