Sin embargo, cuando llevo poco menos de 6 km, me viene el dichoso dolor de rodilla (la condromalacia, o síndrome rotuliano, que no me abandona) que me obliga literalmente a parar, paso de la nada al cojeo en unos 30 segundos, y me hundo en la miseria más miserable, y perdón por el pleonasmo (Pleonasmo: figura de construcción, que consiste en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho) porque nunca me había venido el dolor tan pronto (la última vez, en el Medio de Guadalajara, me vino tras los 15 km de carrera, y llevando ya natación y bici en el cuerpo). Tengo que llamar a Elena para que me recoja, y rápidamente al llegar a casa empiezo a mandar whatsapps a mi médico y a mi fisio para que me vean; ambos me atienden el mismo lunes, me infiltro ácido hialurónico en la rodilla y ambos me confirman mi sospecha: como he estado dos semanas sin hacer nada, he perdido musculatura en cuádriceps e isquios y la rodilla sufre más. Desde el minuto 1 empiezo a recuperar ejercicios de piernas, y ya el mismo martes corro 12 km y el miércoles 13 sin mayores problemas.
Esta temporada quiero hacer varias pruebas que sirvan como preparación para Vitoria, y qué mejor manera de comenzar que con la mítica Behobia - San Sebastián, segunda carrera popular con más corredores de España (tras la San Silvestre de Madrid) y que además este año celebra su 50 edición.
Nos vamos toda la familia y con varios amigos (por supuesto, entre ellos Dani, que es el que nos ha "liado" a varios de los participantes y que además ejerce de anfitrión junto con Ruth, que es de allí). Llegamos el viernes por la noche a Zarautz (que es donde dormimos) y cenamos con Silvia e Íker, unas hamburguesas muy buenas, ya empezamos a meter calorías. Al día siguiente, víspera de la prueba, turismo a raudales por Zarautz y San Sebastián (de hecho, mucha caminata para ser el día antes de la carrera), recogida de dorsales en la Feria del Corredor, cena a base de pasta y a dormir.
Luismi, el menda, Íker y Luis, con los dorsales en la Feria del Corredor
El día de la prueba me recogen Íker y Luismi en el hotel a las 7:40 (nuestra salida era a las 10:19, si no recuerdo mal), dejamos el coche en San Sebastián, pillamos un tren que iba hasta las trancas, y donde éste nos deja pillamos un autobús que nos deja en la parte francesa de Behobia (de hecho, durante el viaje iba hablando por el móvil y sin darme cuenta estaba tirando de roaming, dita sea...).
Nos empapamos un poco del ambiente, trotamos, estiramos, vemos por las pantallas las salidas previas a la nuestra, y nos hacemos unas fotos.
Poco antes de la salida
Unos 15 minutos antes de nuestra hora de salida nos situamos en nuestra zona Íker y yo, que vamos juntos, y que tenemos la idea de seguir a la liebre de 1h 30min; nos ponemos 3 metros detrás del tipo en cuestión y entonces vemos cómo el cartelito donde pone la hora de nuestra salida (una pancarta de lado a lado de la carretera sujeta por una persona en cada extremo) va avanzando cada vez que había una salida previa, hasta que a la hora fijada nuestra pancarta coincide con la salida oficial, la quitan de en medio y entonces empieza nuestra carrera. Curiosa y muy efectiva forma de hacerlo.
Empieza entonces mi debut en la Behobia, todo lo que me habían contado era poco, 20 km en un pasillo de espectadores animando sin parar a todos los corredores. Íker y yo empezamos juntos, y aunque el discurrir de la carrera nos separaba unos metros de vez en cuando, los primeros 5-6 km los hicimos al lado, a una distancia constante de la liebre, lo que nos permitiría adelantarle en los últimos metros y bajar de la deseada hora y media.
Pero entonces hice lo que insistí que no debíamos hacer: verme demasiado bien para el ritmo de la liebre e irme para adelante. La última (y única) vez que seguí a una liebre fue precisamente la de hora y media de la media maratón de Madrid hace un par de años, hice lo mismo y en el km 18 reventé. Pero lo cierto es que ahora estoy mucho más en forma que por aquellos tiempos, y me vi más sobrado de lo que me vi entonces.
Cada pueblo por el que pasábamos estaba volcado con la carrera. Mención especial merece Rentería, según me contaron hace muchos años que la carrera no pasaba por allí, pero con motivo de la 50 edición (que no del 50 aniversario, porque la primera edición fue a principios del siglo XX, lo que ocurre es que estuvo muchos años sin disputarse) decidieron recuperar el recorrido original y entonces la Behobia volvió a Rentería. Además, me explicaron que la ruta alternativa dejaba incomunicado algún pueblo en caso de emergencias.
Cada rato iba mirando atrás y siempre veía a la liebre, cada ven un pelín más lejos, por lo que era consciente de que podía mejorar sensiblemente la marca que llevaba en mente. Durante la prueba vi además algunos detalles que me llamaron la atención, como las mesas de avituallamiento para diabéticos, o los voluntarios que repartían pedazos de naranja fuera de esos avituallamientos oficiales. Detalles que demuestran la importancia que las gentes del lugar dan a esta prueba.
Cuando completo el km 17 veo que voy "sobrao" y empiezo a apretar. Bajo de 4 minutos los últimos 3 km y completo la prueba en 1 h 27 min 26 seg, bastante mejor de lo previsto, pero con la sensación de que si hubiera decidido seguir a la liebre de 1h 25min podría haberle aguantado. Pero bueno, ya tengo reto para el año que viene.
Completando los últimos metros
La verdad es que quedé muy contento con la experiencia. Como habitualmente, me ganó en torno al 10% de los participantes (hice tres mil y pico de treintaypico mil), cumplí mi objetivo, y todos mis acompañantes también (Íker bajó de hora y media, Luismi mejoró con creces sus expectativas teniendo en cuenta que debutaba, Luis bajó de 2:20, y Rob, aunque no quedó del todo satisfecho, hizo una marca estratosférica).
Todo terminó con un homenaje culinario en Portuetxe, a base de chuletón y besugo, que casi hace que tenga que pedir una ampliación de la hipoteca, pero que mereció la pena.
Quiero repetir, sin duda.
La frase: Cualquier esfuerzo resulta ligero con el hábito (Tito Livio, historiador romano).
No hay comentarios:
Publicar un comentario