El pasado sábado 4 de octubre se celebró en la Casa de Campo
de Madrid el Sertri, triatlón con larga tradición en varias provincias de
España. Yo competí en modalidad sprint (tras tres halfs este año, uno de ellos
fallido, he decidido terminar la temporada haciendo algún sprint, para los no
duchos 750 metros nadando, unos 20 km en bici y 5 km corriendo, aunque las
distancias no son exactas; es la mitad que un olímpico, y aproximadamente una cuarta
parte de un half o medio Ironman, que como su nombre indica es la mitad de un
Ironman, que en este caso son 3.800 metros nadando, 180 km en bici y 42 km
corriendo; todo claro, ¿no?).
Pues eso, que el sábado a las 8:00 estaba en la Casa de
Campo, mi salida era a las 9:19 y en este caso sólo me acompañó Elena (los
niños pasaron de madrugar). Eso sí, éramos varios los competidores amiguetes
que habíamos quedado por allí: Dani, Rober y los debutantes Óscar (u "Orca", como
la marca de neoprenos), David y su colega Álvaro. Para la historia la pregunta
de Óscar cuando decidió apuntarse a esto: “Oye Chema, ¿tengo que llevar un
candado para que no me birlen la bici mientras nado o corro?”. Lo dicho,
antológico.
Óscar y yo al poco de llegar a la Casa de Campo
Creo que todos los debutantes salieron con buen sabor de
boca, y con ganas de repetir. Eso al menos decían mientras, después de la
prueba, degustábamos unas jarras de cerveza de las grandes en un chiringuito
junto al lago.
Pero vamos al lío, se acerca la hora y hay que prepararse.
Hubo un pequeño caos porque la verdad es que éramos muchos participantes (de
hecho la salida se demoró un poco), pero el tiempo se pasó rápido en la cola
charlando mientras esperábamos para entrar a boxes. Los debutantes necesitaron
la típica ayuda (como yo hace un año) porque estaban poniendo la bici del
revés, no sabían cómo situar la caja, el dorsal… Óscar es un tío que es un gran
tipo pero tiene las pelotas de cinco arrobas cada una, y había dejado las gafas
de la bici metidas en una fundita dentro a su vez de una bolsita bien cerrada
con cremallera atada a la bici. Vamos, pa unas prisas…
Yo dejé todo bien puestecito, y antes de salir del box
recibí una crítica a la que no di importancia pero, vistos los acontecimientos,
tendré en cuenta para el futuro: “los sprint se corren sin calcetines”. Yo es
que soy muy de ir con calcetines siempre, mi mujer se mete conmigo en verano,
pero lo considero más cómodo y más higiénico. De hecho, iba a estrenar unos
calcetines de compresión comprados la víspera. “Sí, ya sé que no es buena idea ponerse
unos calcetines de compresión con los pies mojados, pero qué más me da perder
20 segundos, quiero probarlos a ver cómo me van”.
Nada, todos a la orilla, nos hacemos unas fotos, entrevistan
a Dani para “la tele”, vemos a Elena (que lleva con la hermana de Óscar desde
el principio), nos dan ánimos, nos ponemos nuestros gorritos amarillos, vemos
las salidas previas (éramos la tercera de cuatro) y cuando llega nuestro turno,
nos vamos al pantalán de salida.
Momento de la salida
Como siempre, espero a que salgan los demás, y unos 5
segundos después salgo yo, para evitar los golpes y agobios de los primeros
metros. Al contrario que en la última ocasión, no me agobio nada, hago los 750
metros del tirón, ni paro, ni pongo el pie en el suelo, ni voy a braza…
Definitivamente creo que el neopreno es uno de los principales factores que
hacen que lo pase mal en el agua, por la sensación de opresión que me produce.
En este triatlón no se permitió, hacía fresco pero el agua estaba calentita.
Salgo del agua pensando que habré hecho un gran tiempo, “hoy
me salgo”, pero miro el reloj y qué va, más de 14 minutos… Bueno, a lo mejor es
que he hecho algún metro de más, no sé, lo importante son las sensaciones.
Corriendo hacia el box adelanto a César, un compi del Club Triatlón
La Sagra de Illescas, lo reconozco por el inconfundible pinochito (turbito)
negro que llevaba sin ningún pudor, ¡di que sí!, había salido 2 minutos antes
pero también debutaba, no me valía como referencia.
Llego a donde la bici, me pongo el casco (lo primero, para
evitar que se me olvide y me sancionen), y entonces paso a los calcetines. El
primero entra con dificultad, pero el segundo no se mete ni de coña… Se me
engancha en la uña, se me queda pegado… Al final pego un tirón y lo destrozo,
la parte del tobillo a los dedos queda más o menos bien así que me pongo encima
las zapatillas de la bici, maldigo mi suerte (“¡mira que lo sabía…!”) y salgo
corriendo, agarrando por primera vez la bicicleta por el sillín (siempre lo
hacía por el manillar, hasta que Dani me hizo ver que eso es de globeros).
Al poco de empezar alcanzo a Dani (no ha nadado tan
rematadamente mal pues), me insufla ánimos y tiro para adelante. Veo que voy
adelantando a muchos ciclistas, y en cambio no me pasa nadie. Alguno me
engancha por detrás, pero no se me escapa (de hecho, de los pocos
mini-pelotones que formamos me acabé yendo), he mejorado mucho con la bici y se
nota. A los que adelantaba al principio era fruto de que nado mal, pero a
medida que iba avanzando deducía que estaba adelantando a gente que me había
sacado 1-2 minutos en el agua. En la última vuelta doblé a Óscar, que iba con
su mountain-bike en un grupito de corredores de similar nivel.
Confirmando con un juez que son 3 vueltas
Tras completar las 3 vueltas, descabalgo (esto tengo que
aprender a hacerlo, las chicas nos grabaron en vídeo y da pena ver la
diferencia ejecutando esta maniobra entre Rober o Dani y el menda) y al llegar
al box se confirman los mejores presagios: en la zona de mi bici la única que
ya está ahí es la de Rober y otra más. Me refiero a la zona de 5-6 metros alrededor
de mi bici, calculo que cabrían allí unas 20, y sólo estaban las dos
mencionadas. Sí que voy bien, claramente estoy haciendo mi mejor triatlón hasta
la fecha.
Descabalgando sin ningún estilo
Nada más empezar la carrera veo a Elena dando ánimos, pillo
agua y trato de marcarme un ritmo constante: son dos vueltas, la primera mitad
cuesta arriba y la segunda mitad cuesta abajo. Tengo que hacer los km hacia
arriba a poco más de 4 minutos, y los km hacia abajo a 3 minutos largos, para
que la media baje de 4 minutos, ésa es mi meta. En la primera vuelta, antes del
viraje, me cruzo con Rober, calculo lo que me saca y sé que en la segunda
vuelta le pillo. Efectivamente, voy cumpliendo con los ritmos marcados, y antes
de la mitad de la segunda vuelta le alcanzo, nos damos ánimos y poco a poco me voy
distanciando. Me veo bien y aprieto un poco más al final, adelanto a un
corredor justo antes de entrar y cruzo la meta en 1:21:11, ni idea de si es un
buen tiempo o no pero desde luego estoy contento.
En la recta de meta
Al poco entra Rober, después Dani, David, Óscar y Álvaro.
Todos muy satisfechos con haber logrado completar la prueba, cada uno tendría
sus objetivos; probablemente los de Dani y Rober fueran ganarme, no haré gala
de ostentación porque ésa es una actitud que considero ominosa (ominoso:
abominable, despreciable), pero ahí lo lleváis… J
Como siempre, a los 5 minutos de terminar estaba fresco como
una lechuga (bueno, tanto no), lo cual me lleva a dudar si no podía haber
apretado más.
Rober, yo, David, Dani, Óscar y César
Dani es un tío optimista, y cuando le digo mi tiempo me
dice: “pillas chapa, Chema, pillas chapa”. Desde el principio consideré
exageradas sus previsiones, de hecho ni siquiera esperaba estar entre los 20
primeros de mi grupo de edad, y cuando por la noche me confirmo el propio Dani
que quedé sexto, me llevé una gratísima sorpresa, nunca pensé que haría jamás
un top-ten en un triatlón en ninguna distancia. Quedé muy cerca del podio, y
entonces me acordé de los calcetines de compresión…
La clasificación
Total, que nos reunimos todos en la meta, nos tomamos unas
cervezas y para casa, que tenemos invitados a comer.
La frase del post:
Algo que estábamos reteniendo nos debilitaba, hasta que descubrimos que éramos
nosotros mismos (Robert Frost, poeta
estadounidense).
I told you, man!! No has pillado chapa por ponerte los puñeteros calcetines, Y LO SABES!!
ResponderEliminar