Por fin llegó el día
D. Tras una experiencia acumulada de 1 triatlón (distancia sprint, en Madrid el
año pasado), llega el momento que llevaba esperando varios meses: el medio
ironman de Lisboa (1.900 metros nadando, 90 km en bici y 21,1 km, una media maratón, corriendo). Ahora paso a
detallar, pero anticipo que la experiencia ha sido enormemente positiva: la
organización, la preparación, la compañía, el desarrollo de la prueba, el fin
de semana en Lisboa, mis lesiones (estoy jorobado pero creo que se me pasará
rápido) y, por supuesto, la marca lograda: 5 horas 16 minutos, mucho mejor de
lo que tenía en mente, a pesar de que el final de la prueba se me hizo duro y
tuve que invertir mucho más tiempo del que hubiera querido en los últimos
kilómetros.
Vamos por partes.
Antes de la carrera
Llego a Lisboa el
día 1 de mayo por la tarde (mucho tráfico para salir de Madrid), este día hace
21 años que me "ennovié" con Elena. Ella y los niños (Carlos y
Pablo) me acompañan, me han animado mucho desde que empecé a entrenar y estarán
a mi lado en mi debut en una prueba "realmente exigente".
Llegamos al hotel, y
me voy con Dani (su crónica de esta misma prueba está aquí: http://fonsecaman.blogspot.com.es/) a recoger el dorsal. Nos acompañan su mujer (Ruth), sus amigos
Silvia e Iker y por supuesto mi familia. Sin mayores incidentes, nos dan el
dorsal (y pegatinas y tatuajes), nuestra camiseta conmemorativa (realmente la camiseta nos la
dieron el sábado porque sólo quedaba la talla XL) y nos vamos a ver la zona de
transición y la laguna artificial con agua del Tajo donde será la natación. No
pudimos hacer nada de turismo porque yo seguía cojo (sí, a menos de 2 días de
la prueba, no podía andar).
Al día siguiente,
típico autobús turístico descapotable para ver un poquito de Lisboa (recomendable; de hecho, a pesar de que llevo más de 15 años en Madrid, lo voy a pillar un día), y
luego a echar el día a Cascais, comidita portuguesa y playita. A la vuelta
charla informativa sobre el triatlón, en la que no me aclaran nada (aunque ya
me dijo Dani que no me preocupara, que todo estaba perfectamente señalizado) y aprovecho para conocer a varios amigos del
Club de Triatlón La Sagra de Illescas, grandes tipos. Cena en un italiano (un
poquito de pasta) y a dormir tempranito.
Día de la prueba
A las 5:00 en planta
y a las 5:30 desayunando: un Cola Cao (bueno, era de la marca Delta), dos
buenas tostadas de pan de cereales con mantequilla y mermelada, un zumo de
naranja, un yogur con cereales y un plato de fruta. A las 6:15 había quedado
con Dani en el hall del hotel, ya pertrechados con bicicleta, neopreno (no
puesto aún) y demás perejiles. La salida de la prueba estaba a 5 minutos del
hotel. Por primera vez desde hace 10 días, no cojeo. Primer guiño del destino.
Estuve un buen rato
en la zona de transición, dejando todo ordenadito (la bici y accesorios, las
cosas de correr, los geles…), charlando con la gente, miroteando por ahí, y,
por último, poniéndome el neopreno, previo unte de vaselina para evitar
rozaduras, claro. ¡Ah!, y ya me dijeron que me tomara el primer gel (con el
desayuno aún en el gaznate…).
Me voy entonces con
los del Club a ver las salidas previas (del Olímpico) y a tratar de templar los
nervios. Casi la liamos porque algún gañán había roto una botella de cerveza
justo donde estábamos y claro, ya íbamos descalzos… Me erigí en adalid (adalid: guía y cabeza, o muy señalado individuo de
algún partido, corporación o escuela) del buensamaritanismo y me dediqué
a avisar a todos los atletas que se acercaban, la verdad es que hacerse un
corte 10 minutos antes de la salida sería una faena de cuidado.
Con retraso, llega
nuestra hora. Salimos en 2 turnos, yo iba en el segundo con mi gorrito verde,
unos minutos antes salen los del gorrito blanco. La salida es desde dentro del
agua, suena la bocina y… comienza la pesca del atún. ¿Habéis visto en la tele cómo
se pescan atunes a la almadraba? Al sacar a la superficie la red o laberinto
donde los atunes quedan atrapados, éstos comienzan a moverse de forma
compulsiva y sólo se aprecia un chapoteo de agua y espuma y a los
atunes apareciendo y desapareciendo. Pues en este caso eran gorritos blancos y
brazos y piernas negros (todos los neoprenos son negros). Bueno, ya sé lo que
me espera.
Instantes después de la salida. Yo estaba unos metros atrás.
Una vez se
"desface el entuerto" se ve alejarse a los gorritos blancos y nos
metemos en el agua los gorritos verdes. Con la intención de evitar la situación
de "triatletas a la almadraba", decido quedarme en un discreto
segundo plano y situarme 5 metros detrás del mogollón. Suena la bocina, espero
5 segundos a que se aleje la multitud y empiezo a nadar. A los 30 segundos me
estaba pasando gente por encima, por debajo, por un lado y por el otro. ¿De
dónde salían? Si yo pretendía salir detrás de los demás… El caso es que sí
evité el caos inicial, pero no me libré de llevarme un buen puñado de golpes.
En cualquier caso, era un temor que tenía y no me resultó tan infernal como
preveía.
Curioso el momento
en el que se pasa por encima de la tubería (si uno no llega a saberlo de
antemano sin duda se habría llevado un sobresalto al darle un manotazo), pero
por lo demás la natación acabas sin más inconvenientes y con una mejor marca de
lo esperado (por debajo de los 35 minutos), aunque al final se pierden unos
segundos en el atasco que se forma en la rampa de unos dos metros de ancho por
la que se sale del agua. Al final de esa rampa estaba la familia vitoreando
(estaban desde antes de la salida, pero ni yo los vi a ellos, ni ellos me
distinguieron a mí entre el resto de lemmings).
A punto de pillar la bici
Llega la primera
transición, neopreno fuera, casco a la cabeza (ya me habían advertido de que
está prohibido tocar la bici sin tener el casco correctamente puesto y atado),
calcetines, zapatillas, guantes y a rodar. Bebo algo sobre todo para quitarme
el sabor del agua del lago y hacia la autopista. Hay unos primeros kilómetros
por ciudad y rápidamente se llega a las vías rápidas, duras porque el viento
soplaba en contra y la pendiente picaba hacia arriba. Eso sí, era llegar al
momento de dar el giro de 180 grados, aproximadamente en la mitad de cada
vuelta de 22,5 km, y enfilar hacia abajo como si no hubiera un mañana. Disfruté
mucho, muchísimo, el trayecto de la bici.
Completando una de las vueltas
En la segunda vuelta
un ciclista sufrió una dura caída en la zona rápida, se lo tuvieron que llevar
en ambulancia (estuvo al menos una vuelta completa, unos 45 minutos, tirado en
la calzada, eso sí acompañado de la policía), aunque a pesar de la aparatosidad
todo quedó en un susto: muchos rasguños y arañazos, algunos más profundos que
otros, y el casco partido; coincidimos con el accidentado en el hotel y él
mismo nos tranquilizó.
En la mitad de la
cuarta y última vuelta, justo terminando la parte de subida, coincido en la
carretera con Asier, del Club de Triatlón La Sagra de Illescas, y podemos
charlar 3 minutitos para darnos ánimos, antes de continuar nuestros caminos.
Salvo en la segunda
vuelta, en todas las demás fui animado tanto por la familia como por Ruth,
Silvia e Íker, que no dejaban de vitorear a cada paso (salvo en esa segunda
vuelta, que nadie sabe por qué no nos vimos). Los niños incluso me dedicaron
una pancarta, hecho del que dio buena cuenta la web de la Federación Portuguesa
de Triatlón: http://www.federacao-triatlo.pt/index.php?option=com_content&task=view&id=2125&Itemid=119
Termino la parte de
bicicleta también mejor de lo esperado (2 horas 45 minutos), me bajo de la bici
con cierta parsimonia (me cuesta mucho más bajarme de la bici de carretera que
de la de montaña) y entro en la zona de transición. Dejo la bici, dejo el casco,
dejo los guantes, me pongo las zapatillas de correr, la visera y a seguir con
lo mío.
¿Qué hace un tío del Atleti tan de blanco?
Como siempre, uno
nota que las piernas flojean y tiene la sensación de que va despacio y además
se puede caer de boca en cualquier momento, pero no era así: primer km en 4
minutos y medio, demasiado rápido, trato de aflojar pero repito tiempo en el
segundo km. Ahí me digo a mí mismo que o aflojo o reviento. Por ser sincero,
hago mis cálculos mentales y deduzco que si mantengo esa media puedo rondar las
5 horas, aunque tengo claro que no puedo completar los 21 km a ese ritmo. Bajo
a los 5 minutos por km y ahí aguanto 4-5 km más, pero entonces me entra la
pájara. Calor insoportable, rectas largas, terreno irregular, cansancio
acumulado… A pesar de no ir a excesivas pulsaciones (entre 150 y 155) tengo que
parar varias veces. Más que parar, dejar de correr y andar un poco, nunca más
de 15-20 segundos, suficientes para recobrar el aliento y seguir. Uno tiene su
corazoncito y aprovechaba para andar cuando no le veía nadie, al menos nadie de
los conocidos. Empiezo a empeorar mis registros, llegando incluso a completar
algunos kilómetros a entre seis y seis minutos y medio.
Completando los últimos metros
Al final, 5 horas y
16 minutos que suponen una marca mucho mejor que la que tenía en mente como
registro más optimista (salvo esos instantes de inconsciencia, al principio del
tramo a pie, en los que llegué a pensar en hacer 5-10 minutos menos), cuando veo
la meta, la familia justo unos metros antes (Pablo iba a entrar conmigo con su
bufanda del Atleti pero le pudo el miedo escénico) siento que desaparece todo
el agotamiento, y aunque llevaba un ratito pensando como celebrar mi triunfo
(mi triunfo, evidentemente, era precisamente llegar a meta), al llegar el
momento ni pienso en ello, simplemente cruzo y me agacho a respirar con las
manos en las rodillas (entiendo que con mala cara, porque una chica de la
organización vino a preguntare si necesitaba ayuda).
Recién cruzada la meta
Ya está hecho el
trabajo, me dan mi medalla, mi camiseta de finisher y accedo a la zona del
"guateque": me ventilo en cuestión de minutos 6 bebidas (1 botella de
agua, 1 Guaraná, y 4 zumos, 2 de naranja y 2 de piña) y un incontable número de
piezas de fruta y me pongo en la cola de los masajes. Tras 10-15 minutos
esperando, accedo a una carpa con un ejército de masajistas (unos 100) que van
pillando a los atletas, a cada uno nos pillan entre 4 (uno por extremidad) y nos ponen a tono
durante unos 25 minutos. Esto ya vale la inscripción.
Coincido con Dani
que entra a hacerse el masaje cuando yo salgo. Llamo a Elena para decirle que
me diga dónde está y la recojo camino del hotel. Me dice que pensaba ir a
buscarme para ayudarme a recoger la bici y demás enseres… Me había olvidado
completamente de la bici, si no es por ella me voy al hotel y a saber cuándo
habría caído en que me faltaba algo… Espero entonces a que salga Dani, y vamos
a por la bici, a por todos los chismes, nos hacemos las últimas fotos y nos
vamos al hotel.
Con Dani y los niños, posando con la pancarta que nos hicieron, ya un poco maltrecha
A pesar de mi
cansancio, mi Pablete me dice que quiere ir al teleférico, Carlos y Elena
asienten, así que me ducho y allá que nos vamos, se lo merecen después de estar
animándome durante 5 horas y 16 minutos (sí, sólo 5 horas y 16 minutos), más
todo el apoyo que llevan brindándome tanto tiempo. Muy agradable el paseíto,
tras él habíamos quedado a cenar Ruth y Dani, Silvia e Íker, y Elena y yo con
los niños, antes nos dio tiempo a tomar una cerveza en el hotel, donde
coincidimos con el hermano del accidentado (que ya nos tranquilizó sobre su
estado) y luego con el propio protagonista.
La cena, en un japo
de al lado del hotel donde pagabas 25 Euros y te iban pasando comida hasta que
te plantabas. Teniendo en cuenta el momento, creo que conmigo no ganaron
dinero. Después un mojito en un bar cercano y a dormir. Pensaba que dormiría
como un bebé pero no, a eso de las 3 de la mañana me desperté porque cada
músculo que movía me dormía. Así que me ventilé una Dormidina y me sumí 3
horitas más en los brazos de Morfeo.
Ya está uno de
vuelta, pensando en el siguiente reto, con la inmensa satisfacción de haber
dado todo lo que tenía, de haberse esforzado siempre que ha tenido tiempo, y de
no haber caído en el desánimo cuando han surgido inconvenientes. Y uno sólo
tiene palabras de agradecimiento: a Elena por haberme apoyado y haberme
permitido dedicar mi poco tiempo libre a entrenar, sacrificando tiempo de estar
con la familia; a Carlos y Pablo porque dicen que su padre es su ídolo y desde
Lisboa cuando llegan del cole "juegan al ironman"; a Dani por haberme
animado, aconsejado y acompañado, incluso me enseñó a cambiar una rueda por si
pinchaba; a Ruth, Silvia e Iker por habernos hecho compañía en Lisboa, por ser
unos auténticos gruppies, y por hacer compañía a mi familia durante la prueba ;
a los compañeros del Club de Triatlón La Sagra de Illescas por haberme tratado
como uno más; a Fran, con quien me inicié en el mundo del triatlón; a Rober, que me ha ayudad en la piscina... y con la bici; a Adrían, que lleva tiempo poniéndome a tono; a mi fisio,
Ángel, que me ha aconsejado y puesto a punto; a mis padres porque en todo lo
que hago en la vida tiene que ver cómo he sido educado… en definitiva, que son
muchas horas de entrenamiento en solitario para una prueba que se lleva a cabo
en solitario, pero nunca he tenido la sensación de estar solo en esto.
Os invito a escuchar
la crónica del Medio Ironman de Lisboa 2014 en el programa Correr no es de
Cobardes, de Gestiona Radio: http://www.gestionaradio.com/programas/correr-no-es-de-cobardes-con-jose-maria-azcarate/#
Un héroe es todo aquél que hace lo que puede
(Romain Rolland, escritor francés, Premio Nobel de Literatura en 1915).
Enorme crónica Chema, espero que solo sea la 1ª de muchas otras...
ResponderEliminarGrande Chema! Siguiente reto...¿bajar de 5h?
ResponderEliminarSi el año que viene repito Lisboa, sí que me plantearía rondar las 5 horas. Pero lo veo bastante difícil.
ResponderEliminarContagias entusiasmo. Cuidate esa rodilla y animo. A seguir corriendo
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