jueves, 8 de mayo de 2014

Crónica del Medio Ironman de Lisboa

Por fin llegó el día D. Tras una experiencia acumulada de 1 triatlón (distancia sprint, en Madrid el año pasado), llega el momento que llevaba esperando varios meses: el medio ironman de Lisboa (1.900 metros nadando, 90 km en bici y 21,1 km, una media maratón, corriendo). Ahora paso a detallar, pero anticipo que la experiencia ha sido enormemente positiva: la organización, la preparación, la compañía, el desarrollo de la prueba, el fin de semana en Lisboa, mis lesiones (estoy jorobado pero creo que se me pasará rápido) y, por supuesto, la marca lograda: 5 horas 16 minutos, mucho mejor de lo que tenía en mente, a pesar de que el final de la prueba se me hizo duro y tuve que invertir mucho más tiempo del que hubiera querido en los últimos kilómetros.

Vamos por partes.

Antes de la carrera

Llego a Lisboa el día 1 de mayo por la tarde (mucho tráfico para salir de Madrid), este día hace 21 años que me "ennovié" con Elena. Ella y los niños (Carlos y Pablo) me acompañan, me han animado mucho desde que empecé a entrenar y estarán a mi lado en mi debut en una prueba "realmente exigente".

Llegamos al hotel, y me voy con Dani (su crónica de esta misma prueba está aquí: http://fonsecaman.blogspot.com.es/) a recoger el dorsal. Nos acompañan su mujer (Ruth), sus amigos Silvia e Iker y por supuesto mi familia. Sin mayores incidentes, nos dan el dorsal (y pegatinas y tatuajes), nuestra camiseta  conmemorativa (realmente la camiseta nos la dieron el sábado porque sólo quedaba la talla XL) y nos vamos a ver la zona de transición y la laguna artificial con agua del Tajo donde será la natación. No pudimos hacer nada de turismo porque yo seguía cojo (sí, a menos de 2 días de la prueba, no podía andar).

Al día siguiente, típico autobús turístico descapotable para ver un poquito de Lisboa (recomendable; de hecho, a pesar de que llevo más de 15 años en Madrid, lo voy a pillar un día), y luego a echar el día a Cascais, comidita portuguesa y playita. A la vuelta charla informativa sobre el triatlón, en la que no me aclaran nada (aunque ya me dijo Dani que no me preocupara, que todo estaba perfectamente señalizado) y aprovecho para conocer a varios amigos del Club de Triatlón La Sagra de Illescas, grandes tipos. Cena en un italiano (un poquito de pasta) y a dormir tempranito.

Día de la prueba

A las 5:00 en planta y a las 5:30 desayunando: un Cola Cao (bueno, era de la marca Delta), dos buenas tostadas de pan de cereales con mantequilla y mermelada, un zumo de naranja, un yogur con cereales y un plato de fruta. A las 6:15 había quedado con Dani en el hall del hotel, ya pertrechados con bicicleta, neopreno (no puesto aún) y demás perejiles. La salida de la prueba estaba a 5 minutos del hotel. Por primera vez desde hace 10 días, no cojeo. Primer guiño del destino.

Estuve un buen rato en la zona de transición, dejando todo ordenadito (la bici y accesorios, las cosas de correr, los geles…), charlando con la gente, miroteando por ahí, y, por último, poniéndome el neopreno, previo unte de vaselina para evitar rozaduras, claro. ¡Ah!, y ya me dijeron que me tomara el primer gel (con el desayuno aún en el gaznate…).

Me voy entonces con los del Club a ver las salidas previas (del Olímpico) y a tratar de templar los nervios. Casi la liamos porque algún gañán había roto una botella de cerveza justo donde estábamos y claro, ya íbamos descalzos… Me erigí en adalid (adalid: guía y cabeza, o muy señalado individuo de algún partido, corporación o escuela) del buensamaritanismo y me dediqué a avisar a todos los atletas que se acercaban, la verdad es que hacerse un corte 10 minutos antes de la salida sería una faena de cuidado.

Con retraso, llega nuestra hora. Salimos en 2 turnos, yo iba en el segundo con mi gorrito verde, unos minutos antes salen los del gorrito blanco. La salida es desde dentro del agua, suena la bocina y… comienza la pesca del atún. ¿Habéis visto en la tele cómo se pescan atunes a la almadraba? Al sacar a la superficie la red o laberinto donde los atunes quedan atrapados, éstos comienzan a moverse de forma compulsiva y sólo se aprecia un chapoteo de agua y espuma y a los atunes apareciendo y desapareciendo. Pues en este caso eran gorritos blancos y brazos y piernas negros (todos los neoprenos son negros). Bueno, ya sé lo que me espera.

Instantes después de la salida. Yo estaba unos metros atrás.

Una vez se "desface el entuerto" se ve alejarse a los gorritos blancos y nos metemos en el agua los gorritos verdes. Con la intención de evitar la situación de "triatletas a la almadraba", decido quedarme en un discreto segundo plano y situarme 5 metros detrás del mogollón. Suena la bocina, espero 5 segundos a que se aleje la multitud y empiezo a nadar. A los 30 segundos me estaba pasando gente por encima, por debajo, por un lado y por el otro. ¿De dónde salían? Si yo pretendía salir detrás de los demás… El caso es que sí evité el caos inicial, pero no me libré de llevarme un buen puñado de golpes. En cualquier caso, era un temor que tenía y no me resultó tan infernal como preveía.

Curioso el momento en el que se pasa por encima de la tubería (si uno no llega a saberlo de antemano sin duda se habría llevado un sobresalto al darle un manotazo), pero por lo demás la natación acabas sin más inconvenientes y con una mejor marca de lo esperado (por debajo de los 35 minutos), aunque al final se pierden unos segundos en el atasco que se forma en la rampa de unos dos metros de ancho por la que se sale del agua. Al final de esa rampa estaba la familia vitoreando (estaban desde antes de la salida, pero ni yo los vi a ellos, ni ellos me distinguieron a mí entre el resto de lemmings).

A punto de pillar la bici

Llega la primera transición, neopreno fuera, casco a la cabeza (ya me habían advertido de que está prohibido tocar la bici sin tener el casco correctamente puesto y atado), calcetines, zapatillas, guantes y a rodar. Bebo algo sobre todo para quitarme el sabor del agua del lago y hacia la autopista. Hay unos primeros kilómetros por ciudad y rápidamente se llega a las vías rápidas, duras porque el viento soplaba en contra y la pendiente picaba hacia arriba. Eso sí, era llegar al momento de dar el giro de 180 grados, aproximadamente en la mitad de cada vuelta de 22,5 km, y enfilar hacia abajo como si no hubiera un mañana. Disfruté mucho, muchísimo, el trayecto de la bici.

Completando una de las vueltas

En la segunda vuelta un ciclista sufrió una dura caída en la zona rápida, se lo tuvieron que llevar en ambulancia (estuvo al menos una vuelta completa, unos 45 minutos, tirado en la calzada, eso sí acompañado de la policía), aunque a pesar de la aparatosidad todo quedó en un susto: muchos rasguños y arañazos, algunos más profundos que otros, y el casco partido; coincidimos con el accidentado en el hotel y él mismo nos tranquilizó.

En la mitad de la cuarta y última vuelta, justo terminando la parte de subida, coincido en la carretera con Asier, del Club de Triatlón La Sagra de Illescas, y podemos charlar 3 minutitos para darnos ánimos, antes de continuar nuestros caminos.

Salvo en la segunda vuelta, en todas las demás fui animado tanto por la familia como por Ruth, Silvia e Íker, que no dejaban de vitorear a cada paso (salvo en esa segunda vuelta, que nadie sabe por qué no nos vimos). Los niños incluso me dedicaron una pancarta, hecho del que dio buena cuenta la web de la Federación Portuguesa de Triatlón: http://www.federacao-triatlo.pt/index.php?option=com_content&task=view&id=2125&Itemid=119

Termino la parte de bicicleta también mejor de lo esperado (2 horas 45 minutos), me bajo de la bici con cierta parsimonia (me cuesta mucho más bajarme de la bici de carretera que de la de montaña) y entro en la zona de transición. Dejo la bici, dejo el casco, dejo los guantes, me pongo las zapatillas de correr, la visera y a seguir con lo mío.

¿Qué hace un tío del Atleti tan de blanco?

Como siempre, uno nota que las piernas flojean y tiene la sensación de que va despacio y además se puede caer de boca en cualquier momento, pero no era así: primer km en 4 minutos y medio, demasiado rápido, trato de aflojar pero repito tiempo en el segundo km. Ahí me digo a mí mismo que o aflojo o reviento. Por ser sincero, hago mis cálculos mentales y deduzco que si mantengo esa media puedo rondar las 5 horas, aunque tengo claro que no puedo completar los 21 km a ese ritmo. Bajo a los 5 minutos por km y ahí aguanto 4-5 km más, pero entonces me entra la pájara. Calor insoportable, rectas largas, terreno irregular, cansancio acumulado… A pesar de no ir a excesivas pulsaciones (entre 150 y 155) tengo que parar varias veces. Más que parar, dejar de correr y andar un poco, nunca más de 15-20 segundos, suficientes para recobrar el aliento y seguir. Uno tiene su corazoncito y aprovechaba para andar cuando no le veía nadie, al menos nadie de los conocidos. Empiezo a empeorar mis registros, llegando incluso a completar algunos kilómetros a entre seis y seis minutos y medio.

Completando los últimos metros

Al final, 5 horas y 16 minutos que suponen una marca mucho mejor que la que tenía en mente como registro más optimista (salvo esos instantes de inconsciencia, al principio del tramo a pie, en los que llegué a pensar en hacer 5-10 minutos menos), cuando veo la meta, la familia justo unos metros antes (Pablo iba a entrar conmigo con su bufanda del Atleti pero le pudo el miedo escénico) siento que desaparece todo el agotamiento, y aunque llevaba un ratito pensando como celebrar mi triunfo (mi triunfo, evidentemente, era precisamente llegar a meta), al llegar el momento ni pienso en ello, simplemente cruzo y me agacho a respirar con las manos en las rodillas (entiendo que con mala cara, porque una chica de la organización vino a preguntare si necesitaba ayuda).

Recién cruzada la meta

Ya está hecho el trabajo, me dan mi medalla, mi camiseta de finisher y accedo a la zona del "guateque": me ventilo en cuestión de minutos 6 bebidas (1 botella de agua, 1 Guaraná, y 4 zumos, 2 de naranja y 2 de piña) y un incontable número de piezas de fruta y me pongo en la cola de los masajes. Tras 10-15 minutos esperando, accedo a una carpa con un ejército de masajistas (unos 100) que van pillando a los atletas, a cada uno nos pillan entre  4 (uno por extremidad) y nos ponen a tono durante unos 25 minutos. Esto ya vale la inscripción.

Coincido con Dani que entra a hacerse el masaje cuando yo salgo. Llamo a Elena para decirle que me diga dónde está y la recojo camino del hotel. Me dice que pensaba ir a buscarme para ayudarme a recoger la bici y demás enseres… Me había olvidado completamente de la bici, si no es por ella me voy al hotel y a saber cuándo habría caído en que me faltaba algo… Espero entonces a que salga Dani, y vamos a por la bici, a por todos los chismes, nos hacemos las últimas fotos y nos vamos al hotel.

Con Dani y los niños, posando con la pancarta que nos hicieron, ya un poco maltrecha

A pesar de mi cansancio, mi Pablete me dice que quiere ir al teleférico, Carlos y Elena asienten, así que me ducho y allá que nos vamos, se lo merecen después de estar animándome durante 5 horas y 16 minutos (sí, sólo 5 horas y 16 minutos), más todo el apoyo que llevan brindándome tanto tiempo. Muy agradable el paseíto, tras él habíamos quedado a cenar Ruth y Dani, Silvia e Íker, y Elena y yo con los niños, antes nos dio tiempo a tomar una cerveza en el hotel, donde coincidimos con el hermano del accidentado (que ya nos tranquilizó sobre su estado) y luego con el propio protagonista.

La cena, en un japo de al lado del hotel donde pagabas 25 Euros y te iban pasando comida hasta que te plantabas. Teniendo en cuenta el momento, creo que conmigo no ganaron dinero. Después un mojito en un bar cercano y a dormir. Pensaba que dormiría como un bebé pero no, a eso de las 3 de la mañana me desperté porque cada músculo que movía me dormía. Así que me ventilé una Dormidina y me sumí 3 horitas más en los brazos de Morfeo.

Ya está uno de vuelta, pensando en el siguiente reto, con la inmensa satisfacción de haber dado todo lo que tenía, de haberse esforzado siempre que ha tenido tiempo, y de no haber caído en el desánimo cuando han surgido inconvenientes. Y uno sólo tiene palabras de agradecimiento: a Elena por haberme apoyado y haberme permitido dedicar mi poco tiempo libre a entrenar, sacrificando tiempo de estar con la familia; a Carlos y Pablo porque dicen que su padre es su ídolo y desde Lisboa cuando llegan del cole "juegan al ironman"; a Dani por haberme animado, aconsejado y acompañado, incluso me enseñó a cambiar una rueda por si pinchaba; a Ruth, Silvia e Iker por habernos hecho compañía en Lisboa, por ser unos auténticos gruppies, y por hacer compañía a mi familia durante la prueba ; a los compañeros del Club de Triatlón La Sagra de Illescas por haberme tratado como uno más; a Fran, con quien me inicié en el mundo del triatlón; a Rober, que me ha ayudad en la piscina... y con la bici; a Adrían, que lleva tiempo poniéndome a tono; a mi fisio, Ángel, que me ha aconsejado y puesto a punto; a mis padres porque en todo lo que hago en la vida tiene que ver cómo he sido educado… en definitiva, que son muchas horas de entrenamiento en solitario para una prueba que se lleva a cabo en solitario, pero nunca he tenido la sensación de estar solo en esto.

Os invito a escuchar la crónica del Medio Ironman de Lisboa 2014 en el programa Correr no es de Cobardes, de Gestiona Radio: http://www.gestionaradio.com/programas/correr-no-es-de-cobardes-con-jose-maria-azcarate/#

Un héroe es todo aquél que hace lo que puede (Romain Rolland, escritor francés, Premio Nobel de Literatura en 1915).

4 comentarios:

  1. Enorme crónica Chema, espero que solo sea la 1ª de muchas otras...

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  2. Grande Chema! Siguiente reto...¿bajar de 5h?

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  3. Si el año que viene repito Lisboa, sí que me plantearía rondar las 5 horas. Pero lo veo bastante difícil.

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  4. Contagias entusiasmo. Cuidate esa rodilla y animo. A seguir corriendo

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